Los objetivos constituyen la previsión de lo que se espera que los alumnos consigan al terminar los diversos momentos del proceso de aprendizaje. La formulación de los objetivos es una de las tareas más importantes que hay que realizar en el proceso de planificación de un curso.
Los objetivos cumplen las siguientes funciones en el proceso de enseñanza-aprendizaje:
Orientan y dan intencionalidad al proceso educativo.
Guían el trabajo del profesor.
Indican a los alumnos lo que se pretende de ellos. Proveen criterios para evaluar los resultados educativos (de los alumnos y el educador).
Establecer secuencia con la evaluación exige reflexionar conjuntamente sobre los objetivos y contenidos. Es necesario revisar las capacidades que aparecen en los objetivos establecidos para el conjunto de los niveles educativos e ir decidiendo cuales deben trabajarse en cada nivel y en qué medida.
“La metodología constituye el conjunto de normas y decisiones que organizan de forma global, la acción didáctica en el aula: papel que juegan alumnos y profesores, utilización de medios y recursos, tipos de actividades, organización de los tiempos y espacios, agrupamiento, secuenciación y tipos de tareas, etc.”.
Parece demostrado que metodologías diversas puedan ser capaces de desarrollar similares intenciones educativas. Las concreciones metodológicas propias de cada área serán desarrolladas a partir de los siguientes principios de carácter general:
Individualización y adaptación de los aprendizajes.
Los aprendizajes deben adaptarse, en la mayor medida posible, a las características individuales de los alumnos, a sus necesidades e intereses. Este enfoque metodológico supone, en la práctica, la adopción de una serie de principios metodológicos y estrategias didácticas:
1. Partir de la situación real de aprendizaje de cada alumno, diagnosticada de modo efectivo a partir de una evaluación inicial.
2. Evaluar la propia práctica docente y contrastarla con las necesidades educativas de los alumnos.
3. Flexibilizar y reorganizar todos aquellos elementos del proceso didáctico -objetivos, contenidos, criterios de evaluación, metodologías, espacios, materiales, organización del aula-, susceptibles de una adaptación a las necesidades educativas de los alumnos.
4. Tener en cuenta las circunstancias sociales, familiares y escolares de cada alumno. Para conocerlas se hace precisa una adecuada actividad de tutoría y orientación, así como el trabajo coordinado de las diversas juntas de profesores.
5. Crear el clima más adecuado de diálogo, comunicación y confianza mutua entre los alumnos y sus familias, por un lado, y los profesores, por otro.
2. Proporcionar oportunidades para poner en práctica los nuevos aprendizajes: aplicabilidad y funcionalidad de los aprendizajes.
Es fundamental incorporar los conceptos de aplicabilidad y funcionalidad a la metodología didáctica, ya que todo aprendizaje cobra sentido en la medida en que lo aprendido sirva para afrontar y resolver las diversas situaciones que se plantean en la vida diaria, o bien para transferirlo a nuevos y más complejos aprendizajes. Por otro lado, el aprendizaje es realmente válido cuando el alumno es capaz de comprender, de forma consciente y racional, las relaciones existentes entre lo que aprende y el uso que hace de lo aprendido. Tanto la programación como la acción didáctica deben incorporar ambos enfoques metodológicos, los cuales constituyen el medio más conveniente para asegurar la inserción de la actividad didáctica en la experiencia vital de los alumnos y alumnas, para responder a sus auténticas necesidades educativas y para proporcionar a sus actividades de aprendizaje una adecuada motivación.
3. Procurar plantear la interrelación entre los diversos contenidos de una misma área y entre diferentes áreas. Interdisciplinariedad.
Debe hacerse hincapié en el enfoque interdisciplinar de las actividades educativas llevadas a cabo en las diferentes áreas curriculares, ya que es el medio más conveniente para reforzar mutuamente los aprendizajes adquiridos en cada una de ellas; por otro lado, la dimensión interdisciplinar de la enseñanza proporciona a la labor educativa una coherencia y un carácter significativo que influye de manera muy favorable en la motivación de los alumnos y en la adquisición de los aprendizajes.
4. El profesor actuará como guía y mediador para facilitar la construcción de aprendizajes significativos
La opción por el principio metodológico del aprendizaje significativo implica dar prioridad a los aprendizajes que se adquieren a través de la experiencia y de la comprensión razonada de las actividades y los procedimientos que se utilizan para resolverlas, por delante de los aprendizajes meramente mecánicos y memorísticos. Es preciso, pues, poner al alcance de los alumnos todos los medios, herramientas y técnicas, de forma que ellos mismos sean los protagonistas de su aprendizaje, descubran autónomamente la información relevante y necesaria, analicen, contrasten y comprueben lo aprendido, experimenten y obtengan conclusiones -particularmente de sus propios errores-, y sean capaces de formular sus propias propuestas y decisiones.
5. El profesor debe ajustar la ayuda pedagógica a las diferentes necesidades del alumnado y facilitar métodos y recursos variados que permitan dar respuesta a sus diversas motivaciones, intereses y capacidades.
Motivación y aprendizaje son fenómenos hasta tal punto compenetrados que los resultados académicos son fruto, en gran medida, del interés que en los alumnos despierten los contenidos que han de aprender; de otra parte, el éxito de un aprendizaje determinado proporciona estímulo e interés indudables para seguir aprendiendo. Por ello, el profesor, en cuanto principal gestor de los procesos de enseñanza-aprendizaje, debe actuar de guía y potenciar positivamente todos los aspectos encaminados a aumentar la autoestima de los alumnos y su motivación positiva hacia la enseñanza. Esta importantísima función ha de reflejarse en una actitud personal de convicción y entusiasmo hacia su labor docente, pero también en una preparación profesional adecuada que le faculte para hacer uso de estrategias didácticas variadas, de medios y recursos adecuados a la edad, preparación, necesidades e inquietudes de los alumnos, y que le permita valorar su práctica docente en función de los ritmos de aprendizaje del grupo.
6. Crear un ambiente de trabajo que favorezca la espontaneidad del alumno y el desarrollo de su interés por aprender.
La actividad y evaluación didáctica debe perseguir que los alumnos consigan su propia autonomía intelectual. Esta finalidad debe orientar toda la acción educativa de la institución, pero especialmente la de los cursos superiores, en los cuales la creciente madurez del alumno representa una oportunidad más evidente para la aplicación de este principio. Así pues, el profesor debe incorporar a su labor todas aquellas estrategias encaminadas a potenciar la actividad personal del alumno, es decir, el estudio individual, la búsqueda autónoma de documentación, la organización y planificación responsable del propio trabajo y la utilización adecuada y eficaz de las estrategias y herramientas de trabajo intelectual previamente aprendidas.
7. Se mantendrá un sistema eficaz de orientación, integrado en el proceso de enseñanza-aprendizaje, que propicie el desarrollo personal de los alumnos y los capacite para tomar decisiones sobre su futuro académico y profesional tomando como base fundamental la propia experiencia y las aptitudes personales.
8. Dimensión cultural de los aprendizajes.
La actividad educativa de la escuela, como institución responsable de la transmisión de la cultura en sus múltiples dimensiones -teórica, práctica, ética o estética- debe apoyarse en una serie de principios que justifican pedagógica y socialmente su actividad, y que, por tanto, deben guiar la práctica educativa. Dichos principios son los siguientes.
Fundamentar el discurso científico y la actividad práctica en los contenidos de la cultura. Para ello es necesario favorecer el contraste de teorías en torno a la explicación de los diversos hechos o fenómenos que se presentan como objeto del aprendizaje, preparar a los alumnos para que puedan adquirir y crear ideas, elaborar hipótesis, organizar experiencias, contrastar datos, sacar conclusiones, desarrollar la capacidad de razonamiento lógico y de abstracción, ejercitar las capacidades de memorización, análisis y síntesis, y fomentar la capacidad de crítica.
Apoyar la actividad didáctica en las cualidades del pensamiento y del método científico, lo cual supone el desarrollo de ciertas actitudes y capacidades fundamentales: amor y disposición positiva hacia la indagación, tendencia a descubrir y a conocer las cosas por sus causas, inquietud constante hacia la búsqueda y aprendizaje de conocimientos desconocidos, actitud de duda razonada, comprobación y examen de las pruebas en que se apoyan los saberes y los aprendizajes y capacidad de comprender, de seleccionar la información relevante y de establecer las conexiones lógicas con otros contenidos.
Otorgar, a la mayor parte de los contenidos, un sentido práctico. Para ello se hace necesario poner la enseñanza al servicio de la persona que aprende, insistir en la adquisición de habilidades y técnicas de trabajo, realizar transferencias de lo aprendido, vincular los aprendizajes a la vida, a las vivencias y experiencias, y favorecer la acción y las actividades orientadas a un fin previamente definido y planificado.
Impregnar la actividad didáctica con un sentido ético y estético, lo cual implica aceptar y potenciar el sentido de la responsabilidad individual y colectiva, fomentar el trabajo autónomo y en equipo, favorecer las relaciones interpersonales, impulsar y desarrollar la sensibilidad estética y artística, el buen gusto y la creatividad, respetar el medio ambiente, aceptar las diferencias personales, sociales y culturales, educar según normas aceptadas y consensuadas de convivencia social, y hacer de su respeto y uso norma valiosa de conducta individual.
9. Socialización e integración social.
Los aprendizajes deben estar orientados de acuerdo con una dimensión no sólo individual, sino también colectiva. En el desarrollo de las actividades de aprendizaje los alumnos deben aprender a convivir, a compartir, a contrastar pensamientos y acciones y a satisfacer sus necesidades de comunicación. En este sentido, la labor educativa del Instituto deberá constituirse en un proceso de socialización, apertura personal, comunicación, adaptación e integración social.
En relación con este principio cobra una especial relevancia la didáctica de los llamados temas transversales: educación en valores, educación para la paz, educación para la igualdad de oportunidades, educación ambiental, educación para la salud, educación sexual, educación vial y educación del consumidor. El tratamiento de estos temas debe estar presidido por un enfoque genuinamente pedagógico, de modo que impregnen con naturalidad el currículo de las diferentes áreas a través de aquellos contenidos y actividades que en cada caso les sean más propios. Ello no excluye, en modo alguno, la realización de actividades comunes a las diferentes áreas, grupos y cursos, las cuales pueden proyectarse muy adecuadamente en diversos momentos del desarrollo del curso escolar: salidas y excursiones, jornadas culturales, celebración de festividades y días señalados, etc. Tanto el tratamiento de los temas transversales en las diferentes áreas como aquellas actividades específicas que en cada caso organice el Instituto deben ir encaminados a la consecución de los objetivos específicos más directamente relacionados con las necesidades educativas que presenta nuestro entorno.
10. Se insistirá en la valoración de los tres tipos de contenidos: conceptuales, procedimentales y actitudinales.
La valoración objetiva de los contenidos actitudinales se facilitará mediante la formulación explícita de aquellas actitudes del alumno susceptibles de evaluación. La información que suministra la evaluación debe servir como punto de referencia para la actuación pedagógica. Por ello la evaluación es un proceso que debe llevarse a cabo de forma continua y personalizada.
11. Como aspecto metodológico básico se tendrá presente el trabajo que el alumnado debe realizar fuera del aula, en forma de realización de actividades, problemas, lecturas y estudio, esto favorecerá la evaluación individual y colectiva.